El hambre ha sido un compañero inseparable de viaje del hombre a través de la historia. Ya en la Biblia, José trata de convencer al Faraón de Egipto para prevenir el hambre que azota al país periódicamente ("las vacas flacas"), que reserve parte de la cosecha durante la época de las "vacas gordas". Desde entonces no ha habido siglo sin que en algún país de la tierra no hayan ocurrido varios episodios de hambre(1).
Por lo general las hambrunas agudas, con gran mortalidad ocurren en poblaciones ya desnutridas. Ese fue el caso en el pasado, pero también lo es en el presente. En poblaciones pobres con evidentes signos de desnutrición crónica, se agregan periódicamente episodios de carestía aguda de alimentos, sea por catástrofes naturales o por disrupciones sociales violentas como guerras tribales o revoluciones cruentas.
No todas las catástrofes naturales son causa de hambrunas prolongadas que conduzcan a la muerte por inanición. Son probablemente las sequías las catástrofes naturales que causan las más severas hambrunas. Las sequías son frecuentemente graduales: dos años de lluvia escasa puede ser seguido de un año sin llover. El ganado, caballos y otros animales, huyen (antes que el hombre) en busca de agua. Una movilización extraña del ganado en la sabana puede ser un signo de alarma. La India, China y zonas de Africa, han pasado por períodos de hambrunas por sequías prolongadas a lo largo de la historia. Se estima que solamente en la primera mitad del siglo XIX fallecieron de hambre por esta causa 45 millones de chinos. En la segunda mitad del mismo siglo se estima entre 9 y 13 millones los chinos muertos por la hambruna(2).
Hoy en día las hambrunas en casos de sequías son menos frecuentes, ya que por un lado la FAO tiene establecido un sistema de vigilancia muy efectivo, y por otro, la asistencia internacional tiene tiempo para preparar y enviar los recursos necesarios para mitigar los efectos de la sequía. El programa Mundial de Alimentos, por ejemplo, protegió a 18 millones de personas en 1992 durante una sequía provocada por El Niño en Africa Austral. Las sequías fueron pues, la causa más importante de hambrunas a lo largo de la historia, pero no es hoy el caso.
El nordeste del Brasil es una zona afectada por una sequía crónica, que perdura sin que se haya encontrado la fórmula que conduzca a una solución definitiva. La mayor sequía en esta zona ocurrió en 1877 que causó la muerte de 250-000 personas(3). En 1998, según el sistema de alerta de la FAO, la sequía que afecta a 10 estados del Brasil, amenaza a diez millones de personas. Cuando en los años 60 trabajé en esta zona, como funcionario de la OMS, la tasa de mortalidad infantil era superior a 300 por 1.000 nacidos vivos, la más alta de América Latina.
En la mayoría de los países hay que deplorar las inundaciones. Por lo general, las que causan más daño son las que se producen donde hay grandes ríos, como por ejemplo, el Yan-se-Kiang, en China, donde ha causado grandes daños a la agricultura al haber afectado tierras muy fértiles. El reciente desastre en Mozambique ha causado graves daños a la agricultura con gran número de víctimas.
Otros desastres climatológicos (granizo, tornados, etc.) producen gran conmoción e incluso pérdidas humanas, pero no son, por lo general, causa de hambrunas generalizadas. Lo mismo se podría decir de las erupciones volcánicas y los terremotos.
Las plagas por insectos o microorganismos, han sido también causa de hambrunas graves. Bien conocido es el caso de Irlanda, cuando la pérdida total de la cosecha de papas, por la Phytopbera infestans, causó entre 1.845 y 1.851, millón y medio de muertes, lo que representó el 18% de la población total de Irlanda de la época. Otro millón de personas tuvieron que emigrar a los E.E.U.U. y Canadá y 600.000 a Inglaterra. En esa época Irlanda era un país pobre y los campesinos disponían apenas de una hectárea de tierra, que lo dedicaban en casi su totalidad al cultivo de papas(4). El depender para su alimentación de sólo un producto fue la causa de la hecatombe. La tragedia de Irlanda no terminó ahí, sino que el buscar otros alimentos (maíz, etc.) que sustituyeran a las papas, se desencadenó una epidemia de escorbuto, por carencia de vitamina C. Las papas, por su contenido en esta vitamina, les había protegido de esa carencia, durante largos períodos anteriores. Se estima que las papas llegaron a Irlanda al rededor de 1.590(5).
Otros desastres naturales son las tempestades tropicales, llamadas ciclones, huracanes o tifones, que se desencadenan en regiones bien definidas durante cierta época del año.
Afortunadamente para la agricultura, la mayor parte de su energía la descargan sobre el mar, pero cuando llegan a las costas o a las islas causan destrucciones enormes, porque crean vientos que rebasan los 160 Km por hora. Estas tempestades son más frecuentes en el Mar de China, así como en las zonas costeras de Tailandia y Japón Otras regiones muy amenazadas; son el Golfo de Bengala, y en el Mar Caribe el Golfo de México y la zona meridional de California. Muchas de las catástrofes ocurridas en los últimos años han sido atribuidas al "Niño", c fenómeno climático, cíclico y mal conocido. La gente se pregunta: ¿Una causa única para tantas catástrofes?(6).
Junto a las sequías y plagas probablemente sean las disrupciones sociales, causadas por el hombre, la principal causa de hambrunas y muertes. Las guerras tribales recientes en la región africana de los Grandes Lagos, obligaron a más de un millón de refugiados huir de los campamentos, dirigiéndose de regreso a Ruanda. Eran muchedumbres hambrientas, comiendo hierbas, y cayendo muertos a la orilla del camino.
Tampoco se podrá olvidar el drama de Biafra, hace varias décadas, donde el bloqueo marítimo impidió el abastecimiento alimentario de millones de africanos. Las imágenes de niños con kwashiorkor dieron la vuelta al mundo.
La tipología de la hambruna adopta las formas más insospechadas; motivada por la crueldad de los hombres. Pueblos enteros han sido diezmados por la fuerza del odio, que supera con creces la fabulosa entrega y sacrificio de miles de voluntarios que acuden a salvar vidas humanas, aún a costa de perder la suya. Así ha sido en el siglo XX en Biafra, Sudan, Ruanda, Somalia, Afganistán y otros países.
Pero no solamente los países en desarrollo son afectados periódicamente por hambrunas periódicas, también Europa ha sido cuna de graves acontecimientos alimentarios. Rusia ha sido tierra de gran inseguridad en las cosechas. Las compras de trigo a E.E.U.U. se han hecho de una periodicidad inquietante. Son conocidas las hambrunas de 1.891 y 1.892, así como la ocurrida al finalizar la Primera Guerra Mundial (1.918). Solamente en el siglo XX se pueden contar varias hambrunas en Europa. Recordemos la crisis en Ucrania en los años 1932 - 33, país que era considerado el "granero de Europa". Una serie de errores en la política agraria condujeron a una hambruna que causó la muerte de 4.800.000 personas, que representaba entre un 10 a 25% de la población total(7).
Durante la II Guerra Mundial (1939-45) hubo dos tipos de hambrunas: una, en la población civil de los países ocupados por los nazis y otra en los campos de concentración, ésta segunda, más atroz e inhumana. Hay, sin embargo, más información de la primera que de la segunda.
En 1943 fui recogiendo datos sobre la situación alimentaria en los países ocupados, desde el exilio americano, y que fueron publicados en aquel entonces(8). He aquí algunos datos:
"En Bélgica el racionamiento teórico proporciona solamente 1.300 calorías, en lugar de 2.500 o 3.000 que son las necesarias. La población belga recibe de 1 a 3 kilos de papas al mes y el racionamiento de los demás artículos alimenticios es de la misma categoría. El Dr. G. H. Fletcher informa que como consecuencia de la sub-alimentación en Bélgica hay una pérdida de peso por individuo de 15 a 30 kilos. El Comité Sueco de Ayuda a los Niños belgas anunció que la mortalidad infantil en aquel país es aterradora. El crecimiento de niños menores de un año presenta serias anormalidades. Otros niños de más edad están obligados a permanecer en cama para evitar nuevas pérdidas de peso. Un colegio de Theorout ha sido clausurado recientemente a consecuencia de las defunciones sobrevenidas, una tras otra, entre sus alumnos". Grecia es otro de los países ocupados que ofrece igualmente un problema de su alimentación, en donde a consecuencia de esta, han fallecido 1 00.000 personas" .
Estas líneas recogidas durante la II Guerra Mundial reflejan, sólo tímidamente, las penurias de esa época. Posteriormente se supo que la situación fue mucho peor que lo reseñado más arriba. Uno de los países más afectados por la hambruna durante la II Guerra Mundial fue Holanda, donde murieron de hambre 10.000 personas(9).
Lo sucedido en los campos de concentración nazis, por otro lado, sobrepasa la imaginación humana. Las descripciones y especialmente las imágenes televisivas son un compendio de horror y vergüenza. Hay testimonios de algunos supervivientes.
He aquí el sobrecogedor relato de Primo Levi:
"Hambre. Lo que llamamos aquí hambre no corresponde en nada a la sensación que puede uno tener cuando se ha saltado una comida. También nuestra forma de tener frío merecería un nombre particular. Decimos hambre, decimos cansancio, miedo y dolor, decimos invierno, y diciendo eso decimos otra cosa, cosas que no se pueden expresar con las palabras, creadas por y para los hombres libres, que viven en sus casas y conocen la felicidad y el dolor. Si mis amigos los Lager hubiesen durado mas tiempo, hubiesen dado a luz a un nuevo idioma, de una rudeza desconocida; el idioma que nos falta para explicar lo que es sufrir todo el día cara al viento, con temperaturas bajo cero, y como único vestido camisa, interiores, chaqueta y pantalón de algodón, y en el cuerpo la debilidad y el hambre, y la conciencia de que el fin está próximo"(10).
Es decir, no se han inventado todavía, las palabras para describir este horror. Lo peor es que epi~dios similares se han repetido en la segunda parte del siglo XX en varios países de la tierra, en las luchas tribales y étnicas que no acaban.