Editorial

“Hacia la erradicación de la desnutrición infantil en América Latina y el Caribe”

En la Conferencia Regional Ministerial “Hacia la erradicación de la desnutrición infantil en América Latina y el Caribe”, celebrada en Santiago de Chile el 5 y 6 de mayo 2008, se afirma que América Latina y el mundo se enfrentan a la peor crisis alimentaría de los últimos años debida al alza intensa y persistente de los precios internacionales de los alimentos. El alza de precios de productos de consumo popular como el maíz, el trigo, el arroz, y oleaginosas en algunos casos supera el 100%. Este incremento de precios puede llegar a aumentar la pobreza y la indigencia en más de veinte millones de personas en América Latina y el Caribe, atentando contra la estabilidad alimentaría y nutricional de nuestra población y amenazando los avances que en materia nutricional se han logrado hasta la fecha, siendo los grupos poblacionales más vulnerables los más afectados. Esta crisis representa una amenaza contra la cohesión social de la región y para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y sobre las consecuencias que puede tener la escasez de bienes de consumo sobre la estabilidad de los países.

La comunidad internacional ha expresado preocupación por la complejidad de esta situación. El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick considera que estamos frente a “una tormenta perfecta donde muchas cosas vienen juntas” y el Director del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, advirtió que “podrían producirse perturbaciones en el entorno económico, las balanzas de comercio y la cuenta corriente, de manera que la mayor parte de los gobiernos, a los que les fue bien en los últimos cinco o diez años, verán destruidos todos sus logros y su legitimidad ante la población”. La Directora Ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos, Josette Sheeran, considera que el alza de los alimentos ha provocado “un tsunami silencioso” que ha dejado a 100 millones de personas en la pobreza y al PMA con el mayor reto humanitario en sus 40 años de historia. “Este es el nuevo rostro del hambre: millones de personas que hace seis meses no estaban en la categoría de hambre urgente ahora si lo están”.

Las familias ante esta situación gastan más en alimentos en detrimento de gastos no alimentarios tales como educación y salud; muchos hogares se ven obligados a eliminar partes no esenciales de su dieta, tales como las proteínas y micro nutrientes; y finalmente se enfrentan al dilema de eliminar comidas, pasando de tres a una o dos comidas al día. En este contexto, con cada vez más prioridades y retos emergentes, es importante revisar nuestras acciones y fortalecer la atención y la inversión en los grupos de mayor vulnerabilidad, protegiendo a los niños en la etapa más crítica de su desarrollo, antes de los 5 años, evitando así las secuelas irreversibles de la desnutrición infantil. La realidad impone que las naciones formulen políticas para mitigar el impacto negativo de la crisis alimentaría y, se refuerce la ayuda alimentaría a los países más pobres del mundo.