Editorial

¿La nutrición, prioridad en las políticas públicas?

Este número de Anales Venezolanos de Nutrición, plantea la malnutrición en comunidades pobres, las características de la dieta en niños y adolescentes y reportan deficiencias en el consumo calórico y de proteína mayor de 40%. En jóvenes que ingresan a una universidad pública, un estudio reportó 17% de sobrepeso, 12% de obesidad y 4 % de déficit nutricional y 33% presenta al menos un factor de riesgo cardiovascular, que sugirie un riesgo potencial de enfermedades crónicas en los adultos. Se encontró un aumento significativo del IMC con el desarrollo puberal, que estuvo asociado, más a la madurez biológica que a la edad cronológica. En estos adolescentes reportaron 11,2% de bajo peso y 13% de obesidad. Otro artículo plantea la factibilidad de elaborar una pasta corta a escala industrial sustituida hasta 25% con germen desgrasado de maíz, con equipos, condiciones y procesos comunes de elaboración de pastas integrales. La transculturación, inevitable del mundo multipolar, representa una fuente para expandir los límites del régimen alimentario, pero se señala, que el rescate de los valores propios del país, dentro de la diversidad cultural, debe ser el norte para la consolidación de una identidad nacional que no amplíe las diferencias sino que, por el contrario, se nutra de ellas. Finalmente un grupo de profesionales venezolanos,identifican las prioridades alimentarias y nutricionales, entre ellas, sobrepeso y obesidad, déficit de micronutrientes y desnutrición calórico –proteica. Estos investigadores concluyen que el problema nutricional en el país es complejo, debido a la multiplicidad de factores predisponentes y determinantes del entorno, que requieren ser abordados a través de sólidas políticas públicas. El país está en una situación de franca transición epidemiológica, manifiesta en la coexistencia de problemas de déficit de nutrientes -con y sin desnutrición-, además de sobrepeso y obesidad. A esto se agrega una cultura y la promoción de la industria de alimentos, que estimula hábitos de consumo y de vida, que contribuyen al incremento de enfermedades relacionadas con la alimentación. Una de las recomendaciones es el estudio de los esquemas de valores, simbologías, conductas, relaciones, interacciones, hábitos o creencias que sobre los alimentos tiene la población. Es urgente, unir esfuerzos para continuar la articulación con los organismos oficiales y poder armonizar políticas públicas, que aborden estos problemas en un contexto amplio. Ante la crisis alimentaria que sacude al mundo globalizado, llama poderosamente la atención la conjunción de factores que inciden en el deterioro acelerado de la calidad de vida, mientras las acciones para combatirlo son tímidas. La OMS reconoce que más de 3,5 millones de madres y niños menores de cinco años mueren innecesariamente cada año como consecuencia de la desnutrición, millones más quedan con discapacidades física o mental y 13 millones de niños nacen con retardo de crecimiento intrauterino, debido a una ingesta alimentaria inadecuada. En años recientes, la comunidad de nutrición y salud pública mundial, se ha concentrado en intervenciones específicas con micronutrientes y del creciente problema de obesidad. La desnutrición materno –infantil continúa siendo una deuda pendiente de saldar en países de ingresos medios y bajos. “Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos” Ortega y Gasset.

Maritza Landaeta-Jiménez