El desabastecimiento, la escasez y la inflación en los alimentos cuando el barril de petróleo supera los 100 dólares, son el enemigo silencioso que limita la alimentación de los venezolanos, castiga el bolsillo, incrementa el hambre, la desnutrición y la obesidad, resta calidad de vida y compromete el futuro de los grupos biológica y socialmente más vulnerables, porque sin una buena alimentación no hay desarrollo posible. El mejor comienzo en la vida, es fundamental para los primeros años del niño, no solamente para su supervivencia sino también, tiene consecuencias impredecibles en el crecimiento y desarrollo de los niños y en la salud de los adultos. La leche, aceite y cereales como la harina de maíz son algunos de los alimentos que mantienen un abastecimiento irregular. Estas privaciones ponen en peligro la capacidad del niño y la de su madre para alcanzar su pleno potencial, condición que contribuye a incrementar el ciclo de pobreza y malnutrición. Los niños con deficiencia en la dieta, debido al poco consumo de alimentos ricos en energía y proteína y en especial de algunos nutrientes específicos, tales como calcio hierro y yodo, o aquellos niños que padecen hambre, parásitos u otras enfermedades, no tienen la misma capacidad para aprender que sus pares bien alimentados y saludables. Las consecuencias de la ingesta energética insuficiente en niños y adultos y del aumento de la obesidad y las enfermedades crónicas relacionadas con la nutrición, han sido reconocidas como los principales factores para los sectores de la salud, la alimentación y la agricultura. La red pública de alimentos no puede suplir todos los insumos necesarios del programa de alimentación escolar, restringiendo el menú solo al grupo de productos disponibles, por estas limitaciones los niños reciben unas dietas no saludables, con exceso en carbohidratos y grasas. Es decir, no puede haber una buena educación sin una buena nutrición, ante la realidad que muchos de nuestros niños van a la escuela por la comida Estos problemas se agravan en todo el país como consecuencia de fallas en las políticas públicas coordinadas que orienten sus acciones al logro de una mejor alimentación, salud, seguridad alimentaria y bienestar de la población. La prevención es el único enfoque viable para el control de la doble carga de la desnutrición y la sobrealimentación. El costo del tratamiento y la gestión de las discapacidades y las enfermedades consiguientes imponen una alta carga económica y de salud. Los signos de deterioro social y nutricional, se profundizan en medio de la crisis económica que limita la capacidad de la familia venezolana para cubrir la alimentación y la salud. Las dificultades en el acceso generan una ingesta dietética inadecuada, que unido a la falta de actividad física y cambios en los hábitos alimentarios son las principales causas de los problemas nutricionales. En el gobierno debería existir una necesidad urgente, en colaboración con todas las partes interesadas, para integrar estrategias que promuevan dietas saludables, actividad física regular y salud en todas las políticas y programas pertinentes, para asegurar sin restricciones, el cumplimiento del derecho humano a la alimentación y la salud.
Maritza Landaeta-Jiménez