En 1976 por decreto presidencial Nº 1671 se crea Fundacredesa, así se consolida el sueño de un grupo de venezolanos quienes con el Dr. Hernán Méndez Castellano hizo posible la consolidación de este sueño. A esta institución se le asigna la misión de investigar y estudiar los cambios que se producen en la sociedad venezolana ante la influencia de factores de tipo cultural ambiental y socio económico. Se partió de la hipótesis que el medio ambiente era un factor determinante en el desarrollo y crecimiento del niño y en el modelaje de los individuos. Por lo tanto, se consideró fundamental introducir en la investigación un método de estratificación social que nos aproximara a la realidad social de las familias venezolana, porque sus características y su medio socioeconómico y físico ambiental inciden en su crecimiento y desarrollo biológico y en la formación de la personalidad del hombre. Es en su ámbito donde se transmite los valores morales, culturales y espirituales, las costumbres y tradiciones propias de cada sociedad y los hábitos básicos para la vida y se adquieren los fundamentos para su futura integración social.
fuerza motora de la misma que es la clase media, es justamente la que imparte fuerza a la economía pues en ella se concentra la fuerza creativa del trabajo, es la clase emprendedora de nuevas empresas, negocios, etc. Si consideramos las posibilidades de desarrollo por este indicador, nuestro país necesita una gran inversión social, en capital humano que establezca prioridad en educación, salud, vivienda y capital de trabajo para disminuir la brecha que nos separa. Es fundamental la inversión en educación, porque, sin educación, se tiene una sociedad y un hombre que reaccionan, con educación, una sociedad y un hombre que reflexionan.
El fracaso de los modelos que enfatizan el crecimiento económico es palpable. La pobreza constituye, por lo tanto, más que una situación de marginalidad con respecto al consumo y a la producción, un límite a la propia vida.
Es indudable que en nuestros países el reto es diseñar una estrategia de desarrollo en armonía con la naturaleza y con las necesidades de las futuras generaciones. En este sentido debe prestarse especial atención al nexo entre pobreza, población y tensión ambiental en los países en desarrollo “Digo lo que digo por que conozco a mi gente”
“Los cantos de sirena en la sociedad actual, son los intereses exclusivamente materiales, el dinero como único objetivo. Estamos de nuevo, admirando al becerro de oro. La crisis para mi es esa. No es que hay varias crisis. No. Para el no hay más que una sola crisis: la moral, de donde parten la económica, la social, la política”. Que no hay que olvidar que el estómago ha sido en la historia universal la causa de todas las revoluciones. Que hay 8 millones de compatriotas en estado de pobreza absoluta y que no puede haber ninguna fórmula de desarrollo que no los tome en cuenta.
“Pero si, si soy un gran optimista, porque el haber descubierto las realidades me ha puesto en evidencia las posibilidades”.
“Escogí la Pediatría porque creo en el mañana. Como decía mi maestro Pastor Oropeza, el pediatra es un jardinero que no sólo cuida el organismo del niño sino, también, de su personalidad y la de su familia. No hay problemas del niño sino de la familia. No hay niños abandonados, desnutridos o delincuentes, sino familias abandonadas, desnutridas y donde la cuota de responsabilidad social es muy menguada, que viven en un verdadero laberinto de podredumbre. Ante eso demasiado bueno resulta la esencia de nuestra gente.
“Por eso creo que hay una reserva enorme en Venezuela. En nuestros estudios, hemos determinado que más de 33 por ciento de los jóvenes han querido participar y no los han dejado. Hay otro pilar que es la mujer. Se ha dado un desarrollo en la personalidad de la mujer venezolana que no veo en otra parte. Está en un plan de ascenso incontenible y uno de los indicadores de la realidad social es averiguar como está la mujer. El riesgo es que en ese desarrollo se olvide de que es mujer. La mujer no puede desvincularse de su condición de mujer”.
Soy un gran optimista. Creo en una Venezuela Positiva
Si los programas de desarrollo social no van acompañados de un intensísimo proyecto educativo no deberían existir. No hay desarrollo sin educación. Aquí se rechazaba la dadiva y si ya no es así. Y si ahora ya no es así, todos hemos sido culpables, porque, con la muerte de Gómez, nos dimos de inmediato a la tarea de enseñar cuales eran los derechos, pero nadie dijo cuáles eran los deberes. De allí parte todo. Esa debe ser la labor educativa esencial.
Si creo en la superación de los problemas. Este es un pueblo inteligente que capitaliza todo de una manera rápida y al que debe volver la idea de que lo que gana sea producto del trabajo y no del regalo.