Correspondencia: Juan Carlos Benitez, gerencia@fundacionbengoa.org
Articular cualquier espacio de reflexión, independientemente de su punto de vista y partida, en la Venezuela de hoy, remite indiscutiblemente a mencionar la difícil circunstancia social, económica, política e ideológica que atraviesa nuestra sociedad, por no decir la más importante.
Y ¿por qué así?, ¿por qué la más importante?, si todas han tenido su grado o nivel de importancia! Me atrevería a decir que por el nivel de desasosiego que aqueja a nuestras realidades cotidianas inmediatas, mediatas y futuras. La de todos y por no decir, la de cada uno de los venezolanos, quienes a veces percibimos y afirmamos que existen tantas “Venezuelas”, como venezolanos.
Y ello, ¿a qué viene? Pues, cuando se está, de alguna forma u otra, intentando día a día, contribuir con la generación y procura de espacios de bienestar y salud para la población hermana, te topas con el hecho de que esta incertidumbre solo cuestiona, de manera maniquea, uno de los mayores legados que los humanos podemos augurar y hacer por y para los otros.
Un país que perdió referencia institucional en materia político partidista, que padece de relaciones económicas y comerciales hipertrofiadas en sus estructuras, que la composición social desplazó la comprensión de las teorías sociales clásicas y contemporáneas, que las ideologías y la cultura se resguardan en su nicho posible de sobrevivencia y que la educación básica, primaria, secundaria y universitaria transita, debatiéndose entre la ausencia de esquemas seguros y objetivos para la población y el oscurantismo de los dogmas oportunistas del gobierno de turno; es un país que cada día se aleja de un futuro promisorio, feliz y que lo logre definir como tal.
Y ¿por qué? A este mismo país, se le suman factores tales como: emergencia humanitaria y compleja, hiperinflación económica descontrolada, amenaza de pandemia mundial sin sistema solvente de salubridad asistencial, estructura debilitada de servicios básicos, crecimiento ignorado de la pobreza y la amenaza sui géneris del narcotráfico como “posibilidad” sostenible.
No obstante, este país, su sociedad y su gente, deben continuar con la vida y su cotidianidad. En medio de ello, las organizaciones que persisten en su existencia y con la trayectoria y legado que tengan. De la misma manera, que deben continuar con los asuntos propios a ello: sostenibilidad, sustentabilidad y perdurabilidad. Y quienes están al frente de estas organizaciones, continúan llamados a ser generadores de espacios de felicidad laboral y de oficios.
En esta misma sociedad, el ejercicio de la gerencia, en todos los espacios posibles, continúa llamado al tratamiento exitoso, eficiente y certero de las paradojas derivadas de lo descrito para cualquier entorno laboral, organizacional o empresarial, en el que haya que desempeñarse como tal.
El aspecto humano esta plagado de mayor desafío en lo intelectual y lo tecnológico, el ejercicio y desempeño profesional debe diversificarse sin explicación y/o argumentación previa, el tratamiento y la comprensión de la condición humana igual, por encima de lo establecido en las leyes laborales; de la misma forma que las relaciones y controles de la gestión administrativa. Las relaciones ortodoxas de las jerarquías, de la meritocracia y de la ética profesional y personal, de quienes ocupan espacios voluntarios o contratados en las organizaciones alcanza, también, condiciones peculiares y éstas, exigen al mismo tiempo a la gerencia respuestas oportunas y eficientes a sus expectativas y desempeños.
La coincidencia de estos aspectos y su interrelación con las necesidades de continuar en un país como el nuestro, para todos y cada uno de los habitantes en su cotidianidad, está siendo la piedra angular que traza imperceptiblemente el hilo conductor de y por estos días. EL asunto es que volvemos a preguntarnos día a día: ¿y será así?, ¿debe ser así?, y esto ¿a dónde nos conduce?; ¿y quién dirige esto?, ¿en qué vamos o debemos creer para la construcción indispensable de perspectivas y visión?
Este es y sigue siendo nuestro debate y paradoja diaria… alcanzar buena vida en un país que no se parece a aquel en el que crecimos, indistintamente que no se trata de anclajes ni de vivir de pasados ni hechos que no volverán, pero, si de esfuerzos concretados con miras específicas y algún plan personal que se tuvo; pero, lo más importante, de un país que debe y merece tener condición promisoria para todos.