Con frecuencia se asevera que no hay casualidades sino causalidades. Esta frase, un tanto trillada, parece describir el origen y el destino de la Fundación Bengoa. Una crisis bancaria determinó la extinción de la Fundación Cavendes pero la tenacidad y resolución de sus miembros, para sortear tal calamidad, condujo al nacimiento de la Fundación Bengoa. La adversidad que se cebó con la Fundación Cavendes también ha conducido a Venezuela a una de las peores crisis de su historia. La Fundación Bengoa nació de una crisis y le ha tocado accionar en medio de una interminable turbulencia que solo parece profundizarse. El solo hecho de haber sobrevivido a toda esta vorágine, que ha debilitado o destruido gran parte de las instituciones venezolanas es, en sí mismo, digno de encomio.
Corría el mes de mayo del año 2000 cuando un grupo de profesionales, reunidos en asamblea, nos dirigimos al Dr. José María Bengoa para que apadrinara, con su nombre, una naciente comunidad de intereses y principios orientada a abordar, multifactorialmente, la situación alimentaria y nutricional de los venezolanos. En una pequeña y oscura oficina en el Parque Central de Caracas se fue consolidando la naciente institución y se consiguieron las primeras subvenciones. Allí se reunían Virgilio Bosh, Mercedes López de Blanco, Maritza Landaeta de Jiménez, Aída Blasco, Oscar Arnal y quién escribe estas líneas. Los recursos desde el principio han sido escasos, pero la voluntad de hacer y la determinación de alcanzar horizontes de bienestar, para una población azotada por incontables carencias, han servido de acicate para construir una trayectoria destacada en el devenir nacional.
Aún en pañales, la Fundación Bengoa fue testigo presencial y doliente del proceso de desmantelamiento de la institucionalidad encargada de desarrollar y mantener las políticas de seguridad alimentaria, inocuidad de los alimentos y nutrición; el Consejo Nacional de la Alimentación, que había reiniciado sus actividades a finales de 1999, fue desarticulado a partir de 2003, después de haber logrado, por ejemplo, la creación de la Comisión Nacional del Codex Alimentarius y el apuntalamiento del Programa de Alimentos Estratégicos (Proal). En medio de la crisis política y económica, que se ha profundizado desde entonces, hemos visto desfilar por el panorama nacional organismos como el Mercal, PDVAL (tristemente célebre por el hallazgo de contenedores de alimentos importados en estado de descomposición), la red de Abastos Bicentenario y finalmente el programa CLAP. Los descriptores de este período podrían ser: control de cambio, devaluación del signo monetario, desabastecimiento alimentario, colas de consumidores, desnutrición, hambre, éxodo poblacional. La dolarización oficiosa de la economía nos ha llevado a voltear el espejo de nuestra realidad, propia de un relato de realismo mágico, al pasar de un calvario de estanterías vacías a un ficticio edén de anaqueles rebosantes de alimentos, cuyo precio los hace inalcanzables para la mayoría de la población. Nuestro héroe epónimo ya lo había dicho al titular, en un ejercicio de premonición, uno de sus libros: “Hambre cuando hay pan para todos” (José María Bengoa, 2000) (1).
José María Bengoa (1913-2010) nos alimentó con inagotables dosis de fortaleza y entusiasmo, inspirando el accionar de la Fundación Bengoa, no desde la plenitud de recursos y apoyo gubernamental del que disfrutó la Fundación Cavendes, sino a través de un camino de estrecheces económicas, vetos gubernamentales y la limitación casi total del acceso a la información oficial indispensable para el análisis de las políticas y el seguimiento y evaluación de los programas de intervención alimentaria y nutricional. Berthold Brecht (1898-1956) escribió que “el agua mansa, sin esfuerzo, vence a la dura roca, con el tiempo”; así, la Fundación Bengoa, se ha colado por cada resquicio, sumando voluntades, concatenando esfuerzos e iniciativas para convertirse en un faro que ilumina el oscuro contexto en que nos toca vivir, ofreciendo a los investigadores una sólida palestra como “Anales Venezolanos de Nutrición”, evaluando las tendencias de salud y nutrición dentro del “Grupo de Transición alimentaria y Nutricional (TAN)” y acompañando a los escolares venezolanos a través de sus programas de nutrición comunitaria, llevando su labor ductora a los cuatro rincones del país, lo cual ha sido posible gracias al apoyo de muchas empresas que han canalizado sus esfuerzos de responsabilidad social a través de la plataforma de nuestra Fundación.
Dos eventos trascendentales han marcado la corta vida de la Fundación Bengoa: el Foro “Alimentación y Nutrición: Retos y Compromisos” realizado en el año 2005 y la Conmemoración del Centenario del Nacimiento de José María Bengoa que tuvo lugar en 2013. La crónica de estos años también debe incluir una breve mención a algunos profesionales que han sido puntales en su accionar. Durante 19 años, la presidencia de la Fundación fue ejercida por Virgilio Bosh y posteriormente ha estado a cargo de Mercedes López de Blanco; durante la primera etapa la Dirección ejecutiva la ocupó Aída Blasco y en los últimos años por Juan Carlos Benítez. Mención especial merece Maritza Landaeta de Jiménez, quién está en todo y para todo y por cuyas venas y corazón palpita el pulso vital de la Fundación Bengoa. La funcionalidad de la institución se canaliza a través de la gestión del Consejo Directivo y del personal de la fundación que se distingue por su profesionalidad y dedicación.
En estos años la Fundación Bengoa ha actuado como una referencia incuestionada de información nutricional a través de sus proyectos de vigilancia y asistencia nutricional en comunidades desasistidas, así como también, en la formación de profesionales, docentes y comunidades con su programa de educación nutricional. Además de las actividades del grupo de Transición Alimentaria y Nutricional y la labor de difusión del conocimiento científico de la revista Anales Venezolanos de Nutrición, se mantiene, además, un canal de información digital (w.w.w.fundaciónbengoa.org) de mayor accesibilidad con la propuesta de guías en diversos temas. Sin lugar a duda, muy importante es su interacción con sociedades científicas, académicas, y organizaciones sociales en la evaluación de la calidad de la información disponible en el monitoreo de las acciones emprendidas en el país, por organismos nacionales e internacionales, en medio de la compleja crisis humanitaria que sacude a Venezuela. En esta labor, la contribución de quienes nos han brindado su apoyo, los voluntarios y los benefactores, los de dentro y los de afuera, ha sido un pilar fundamental en nuestra gestión.
Carmona (2009)(2) escribía que “con la creación de la Fundación Bengoa no se daba un salto al vacío, que se contaba con un acervo de experiencias que garantizaban el éxito de la naciente ONG. Esto es lo que se tiene y lo que se presenta: prestigio, liderazgo, excelencia. Que este esfuerzo no se pierda en nuestras manos”. Veinte años después puede decirse que esas expectativas se han hecho realidad, debido a la participación en proyectos de investigación y encuestas en conjunto con universidades públicas y privadas, así como en alianzas estratégicas con otras organizaciones de la sociedad civil.
No obstante, la Fundación Bengoa no puede dormirse en sus laureles. Es imperiosa la necesidad de promover la formación de profesionales de excelencia y profundamente comprometidos con atención integral de la población. Necesitamos una nueva generación de líderes que pueda asumir con responsabilidad y entusiasmo los retos de un futuro, que ahora mismo, no parece muy prometedor. No obstante, la tenacidad del venezolano y su inquebrantable fe seguro nos permiten alcanzar los horizontes de bienestar que todos deseamos. Aquí estamos hoy y allí estaremos en ese prometedor mañana.
Andrés Carmona
Profesor Titular Jubilado, Instituto de Biología Experimental,
Facultad de Ciencias, Universidad Central de Venezuela; Fundación Bengoa