https://doi.org/10.54624/2024.37.1.006
La epidemia sobre la adicción a los alimentos y bebidas ultraprocesados, se ha vinculado con varias enfermedades crónicas y condiciones adversas para la salud. Sin embargo, a medida que esto se produce estos alimentos se han vuelto cada vez más prominentes en las dietas a nivel mundial (1).
Actualmente los estudios vienen señalando lo difícil que es reducir el consumo de alimentos ultraprocesados. Debido a su capacidad de asociarlo con el placer, para alimentar antojos intensos, la dificultad para controlarse y síntomas de abstinencia, inclinan las evidencias existentes hacía que ellos parecen ser capaces de generar adicción tales como el tabaco y el alcohol. Las conductas y los mecanismos cerebrales que contribuyen a los trastornos adictivos, como los antojos y la impulsividad, también se aplican a la adicción a los alimentos ultraprocesados (2).
Igualmente se ha señalado, que algunos alimentos tienen más probabilidad de desencadenar adicciones que otros. Entre los que más han identificados los estudios se encuentran, por ejemplo, el chocolate, la pizza, las papas fritas, las papas a la francesa y los refrescos como algunos de los más adictivos. Estos alimentos aportan altas dosis de carbohidratos refinados, grasas o sal en niveles superiores a los que se encuentran en las frutas, verduras y legumbres y otros alimentos naturales (2).
Otra característica de los alimentos ultraprocesados es que se producen en masa por la industria con el uso intensivo de potenciadores del sabor y aditivos, así como de conservantes y envases que los hacen no perecederos, a precios baratos y gratificantes para los cerebros que no están bien equipados para resistir (3,4). Además, se promociona su consumo a través de un marketing agresivo.
Según la Yale Food Addiction Scale (una escala que utiliza los mismos criterios para diagnosticar trastornos por consumo de sustancias para evaluar la adicción a los alimentos ultraprocesados, UPFA por sus siglas en inglés), aproximadamente 14 % de las personas adultas
y 12 % de los infantes presentan signos clínicamente significativos de adicción a dichos alimentos, similar a las tasas de adicción entre personas adultas a sustancias legales como el alcohol y el tabaco (5,6,4).
Desde el punto de vista de la salud pública, esto tiene un costo significativo. La ingesta sin control de alimentos ultraprocesados, puede llevar a consumir demasiadas calorías, azúcar, grasa y sodio de una manera que pone en riesgo la salud. Las personas con esta adicción pueden tener problemas de salud mental y física más graves. Por ejemplo, la adicción a los alimentos ultraprocesados se asocia con tasas más altas de enfermedades relacionadas con la dieta (como la diabetes tipo 2), mayores problemas de salud mental y, en general, peores resultados en los tratamientos para bajar de peso (7,2). Cabe destacar que esta adicción todavía no está oficialmente reconocida como un diagnóstico y existe actualmente discusión debido a que los trastornos alimentarios ya fueron reconocidos. Sin embargo, las estadísticas cuentan una historia diferente: alrededor de 14 % de las personas podrían tener adicción a los alimentos ultraprocesados en comparación con aproximadamente 1 % de los trastornos alimentarios de tipo atracón. Esto sugiere que muchas personas con hábitos alimentarios problemáticos actualmente pasan desapercibidas en las categorías de diagnóstico existentes (4).
En cuanto al tratamiento para la adicción a los alimentos ultraprocesados es motivo de investigaciones, sin embargo, se viene tratando con los medicamentos utilizados para tratar la adicción a las sustancias (8). También se han aplicado enfoques psicosociales para abordar la adicción a los alimentos ultraprocesados. Estas incluyen:
Muchas personas con adicción a los alimentos ultraprocesados tienen otras afecciones de salud mental, tales como trastornos del estado de ánimo, ansiedad, consumo de sustancias y traumas. Abordar estas afecciones de salud mental coexistentes puede ayudar a reducir la dependencia de los alimentos ultraprocesados [10].